martes, 10 de junio de 2008

Capítulo 43

Nacho cerró el bolso de Bea mientras miraba la tarjeta de Susana que había encontrado en el interior. Sonrió complacido al ver cuan lejos había llegado su koalita, y cuan cerca volvía a estar de él. Ahora que la volvía a tener a su alcance, no pensaba dejarla escapar.
La puerta se abrió de golpe y se tensó al ver entrar a Bea. Escondió la tarjeta rápidamente en el bolsillo trasero de su pantalón.
- ¿Qué haces aquí?- le preguntó ella mirándole extrañada
- Buscándote…- contestó Nacho acercándose a ella
- Estaba en rotativas…- dijo Bea señalando hacia el exterior del despacho- te lo he dicho antes…
- Pensaba que ya habrías vuelto..- la cogió de la cintura y la atrajo hacia si- ¿Qué pasa? ¿Qué no puedo echar de menos a mi novia?
- Si.. claro..- contestó ella sintiendo un escalofrío. Nacho se inclinó hacia ella para besarla y Bea esperó, en tensión
En ese momento, sonó el móvil de él y Nacho soltó un juramento.
Se separó de ella y cogió el móvil sin mirar quien le llamaba
- ¿Quién es?
- Nacho.. soy Ana…- respondieron al otro lado
- ¿Pero que…?
- Escúchame y no me interrumpas- al notar que él le hacía caso, la chica prosiguió- Alvaro Aguilar se ha escapado de la cárcel… y seguro que va a Bulevar.. Tienes que llamar a la policía…
Nacho colgó el teléfono y miró a Bea con aprensión. Si, ella era un buen motivo para que Aguilar se escapara y cometiera la locura de acercarse a Bulevar.
- ¿Pasa algo?- preguntó Bea al verlo tan descolocado
- Nada..- dijo tras una pausa- voy abajo… creo que hay un problema en cafetería…
- ¿En cafetería? Si quieres voy contigo…
- ¡NO!- le gritó él, pero al ver que ella le miraba realmente alarmada, cambió el tono de su voz- no hace falta… tú quedate aquí y no te muevas, que vuelvo en cinco minutos…¿vale?
Bea afirmó con la cabeza y miró su reloj mientras Nacho salía del despacho. Faltaban 20 minutos para su cita con las abogadas. Tiempo suficiente para acabar de resolver el problema en rotativas. Asi que sin hacer caso de su novio, salió tras él hacia la planta baja del edificio.

Nacho se dirigió a su despacho a la carrera, mientras por el camino marcaba el teléfono de la policía en su móvil. Le contestaron en el segundo tono
- Policia, digame
- Llamo de Bulevar 21. Hay un preso fugado en nuestras instalaciones… Se trata de Alvaro Aguilar…
- ¿Está seguro?- preguntó la voz masculina del otro lado
- Si…por favor, dense prisa…¡se ha vuelto loco!- exclamó fingiendo terror
El policía le aseguró que llegarían enseguida y Nacho colgó con una sonrisa de satisfacción. Estaba casi seguro que aquel estúpido vendría a ver a Bea… ¡claro, su Bea! ¡Maldito! Apretó los puños y supo que aquel día sería el esperado… el de su venganza.

Gonzalo entró en el hospital unos diez minutos después de que la ambulancia se hubiera detenido frente a la puerta y los camilleros entraran con Alejandro a la carrera. Se sentía sumamente nervioso y no lo disimulaba. Por vez primera en su vida, había perdido el control de todo y no entendía absolutamente nada. Había querido llamar a Merche, a Saymi, pero no había acertado en mantener el móvil en la mano el tiempo suficiente como para hacer la llamada. Porque las manos le temblaban tanto que no podían sostener nada…y su corazón latía tan rápido que le amenazaba con salirle por la boca.
Se dirigió al mostrador de información, mientras sentía que un sudor frío le recorría la espalda. Se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, mientras esperaba que la enfermera le mirara.
Quiso gritarle de impaciencia cuando vio que había pasado un minuto y la enfermera no le atendía. Pero se contuvo. Ni siquiera estaba seguro de que tuviera voz en aquellos momentos…
Al fin, la enfermera lo miró
- ¿En qué puedo ayudarle, señor?
- Acaban de traer a un hombre… se llama Alejandro… Alejandro García Aguilar
- ¿Víctima de agresión?- le preguntó la chica mirando los actas de ingreso. Gonzalo afirmó con la cabeza y ella le miró esperando una respuesta, por lo que él tuvo que volver a mover la cabeza afirmativamente- están con él en box. Tendrá que esperar…
- ¿Pero está bien?- le preguntó Gonzalo, ya frenético
- No disponemos de esa información. Tendrá que esperar al médico…- señaló hacia una sala repleta de gente y de sillas- si es tan amable de esperar en la sala de espera….
- ¿Y no puedo hablar con nadie?¿Preguntar por alguien?- intentó de nuevo
La enfermera lo miró con lástima- lo siento señor… pero no va a poder ser. Lo único que puedo decirle es que ha entrado en estado muy grave… y seguro que están haciendo lo imposible para que salga de esta…
- Dios…- siseó Gonzalo separándose del mostrador.
Sabía que la chica se lo había dicho para tranquilizarle, pero en realidad le había puesto mas nervioso. No podía perder a Alejandro.. no después de tantos años, de tantas cosas compartidas… de tanta amistad. Era el primo de Alvaro, pero también era como su hermano, su colega, su tercera parte de un todo. Y si él faltaba, jamás volvería a ser lo mismo.
Sin contar que Alvaro sería culpado de homicidio en primer grado
Se dirigió a la puerta del hospital buscando aire fresco, mientras lágrimas de dolor salían de sus ojos. Se apoyó sobre una pared cercana y lloró sin control, dejándose llevar por las emociones sin poderlo evitar. Estuvo así minutos, sin saber cuantos con exactitud, pero cuando se sintió algo mas calmado, cogió el móvil y marcó un número
- Saymi…- dijo cuando le respondieron- ven al hospital del norte.. Ha ocurrido una tragedia… te necesito….
Al escuchar la voz de ella y su preocupación, Gonzalo se despidió, y al colgar sintió que las lágrimas lo traicionaban de nuevo. Pero ya no le quedaba siquiera fuerzas para retenerlas.
Alvaro detuvo el coche en la parte de atrás de Bulevar y miró a su alrededor. Todo estaba tranquilo, sin movimiento… y eso le puso los nervios de punta. Estaba cometiendo una locura… lo sabía. Y ser tan consciente de ello, no hacía que pusiera el coche en marcha y se alejara de allí con el acerlerador pisado a fondo. Necesitaba verla… una última vez… una sola vez mas que le quitara el peso de su alma. Pero solo verla no conseguiría arrancar el amor que lo mataba por dentro… y lo sabía. Sabía tantas cosas que no iba a llevar a cabo…Se mordió los labios y encasquetándose bien la gorra, salió del coche. Se puso las gafas de sol y corrió hacia la puerta trasera, que como siempre, permanecía abierta para los empleados que salían a fumar. Aquella puerta daba directamente al departamento de rotativas y pensó en entrar por allí, puesto que el pasillo que daba al ascensor de carga, estaba siempre prácticamente vacío. La puerta se cerró detrás de él con un golpe seco, aislándolo del mundo exterior… Por lo que Alvaro no pudo escuchar las sirenas de las patrullas de la policía, cuando comenzaron a llegar.

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