martes, 3 de junio de 2008

Capítulo 16

Diego entró en su despacho pocos minutos después de regresar de una comida de negocios que no le habia resultado para nada productiva. No estaba del mejor humor del mundo, pero se obligó a sonreir. Sabia que Marie no tenia un buen día. El creía que sospechaba que su hermana había estado en su apartamento la noche anterior, y aunque no se lo habia dicho, Diego no estaba dispuesto a dejar que se preocupara por algo que él consideraba tan nimio. Pero tampoco estaba dispuesto a que ella estuviese ausente en su presencia, ni que nada empañara sus momentos con ella. Sonreiría y la haría sonreir. Porque aunque no sabia el porque… que ella sonriera era muy importante para él. Quizás demasiado.
Fue a cerrar la puerta tras de si, cuando alguien se lo impidió. Diego miró hacia atrás y soltó un resoplido
- Hombre Saymi… dichosos los ojos…- le dijo mientras se dirigía a su mesa
- ¿A que te refieres Diego?- le dijo ella sin dejarse amilanar
- Pues a que hace días que no te veo prácticamente por la revista… ¿ya se ha cansado Francisco de que seas su fiel escudera o es que simplemente no te apetece trabajar?
Saymi hizo una mueca.- Sabes que estoy liada con la dichosa opa y con tus planes locos de desmontar la empresa…
- ¡Uy, claro!- rió Diego- ¡ Qué trabajadora es mi Saymi! ¿Ya le has dicho a Francisco que vas a necesitar una buena cantidad de dinero?
- Aun no…- contestó ella
- ¿Y a que esperas?¿A que Alvarito salga de la cárcel?- se empezó a reir a carcajadas de su propio chiste
- Deberías patentar tus bromas Dieguito…- ironizó Saymi- son tan… tan… tan tuyas…
- ¿A que si?- la sonrisa se esfumó de su cara- no juegues conmigo querida…quiero ese dinero para ya.
- Pues no creo que se lo puedas sacar a Francisco…
- ¿Ah no?¿Que te apuestas?- Diego la miró- pero quiero que te quede algo muy claro… me importa un soberano pepino lo que tu creas o dejes de creer…
Saymi no contestó y tras unos segundos se acercó a la mesa, alargándole un sobre
- Acaba de llegar del juzgado…-sonrió- y creo que no son buenas noticias…
Y dicho esto, dejó caer el sobre encima de la mesa y salió del despacho, sin esperar a que Diego le dijera nada, ni llegara a reaccionar ante la presencia de la citación
- Comenzó tu infierno… Diego Aguilar…- murmuró a media voz

Alvaro retrocedió en cuanto la vio aparecer en el quicio de la puerta. No la habia visto desde el juicio, desde su hundimiento… y aun asi, recordaba cada rasgo de su rostro como si solo hiciera pocos segundos desde que la había visto por última vez. Habia amado tanto aquellos rasgos, que aun después de tanto tiempo, su corazón se fue tras ella a pesar del rencor, del odio, del agónico dolor que le destrozaba el alma.
Ella se habia quedado parada en la puerta, como si no se atreviera a entrar, ni a dar un paso mas. Alvaro bebió de su esencia, y se perdió en su presencia que hacia que su sangre, por fin, le corriera por las venas
- Teneis una hora… ni un minuto mas…- la voz de Muñoz los sacó del trance. La expresión de Alvaro se endureció, mientras que Bea se movió, inquieta.
- Ella no tiene nada que hacer aquí…- habló Alvaro mirando a Muñoz por encima de ella
- Eso no lo decides tu, marquesito…- le contestó Muñoz
- Si que lo decido yo.. no quiero este vis a vis… no quiero verla….- seguía sin mirarla
Bea le miró sintiendo como su alma se rompía en mil pedazos, sin oportunidad de volverlos a juntar. Se mordió los labios, sin saber que decir. Verle habia resultado mas duro de lo que jamás habia pensado. Alvaro no era ni la sombra de lo que habia sido… mas delgado, mas pálido… su expresión era mas dura, mas ajena a ella. Parecía haber envejecido mas de 10 años en tan solo dos meses…y no era que se le notara en el físico… era su forma de mirar, de actuar, de hablar… Y entonces lo supo… supo que le habia perdido…”como si no lo supieras ya” se dijo a si misma conteniendo el llanto
- Alvaro…- susurró ella
Escuchar su voz fue como un cuchillo clavado en su ya destruida alma
- Llévatela, Muñoz- exigió Alvaro
- Esos humos, eh?? – respondió el jefe de sección
- Necesito hablar contigo… por favor… escúchame…- pidió ella
- ¡¡LLEVATELA!!!- gritó él girándose de espaldas a ellos
Bea se giró hacia el carcelero y le suplicó con la mirada que se marchara y los dejara solos. Muñoz se alzó de hombros y salió de la estancia, cerrando la puerta con llave tras de si. Al escuchar el ruido de la puerta, Alvaro se giró con rapidez y su rostro se enrojeció de furia al verla allí.
- ¿Qué es lo que pretendes viniendo aquí?¿Ver si estoy lo suficientemente acabado para tu gusto? ¿No has hecho bastante ya?¡¡DEJAME EN PAZ!!!- le gritó, fuera de si
Deseaba correr hacia ella y castigarla con besos y apasionadas ternezas. La realidad de que aun se moria por ella, lo golpeó con fuerza, enfureciéndolo todavía mas. No quería sentir nada por ella… no quería echarla de menos, gritar su ausencia, no quería sentir que se moria porque no estaba, porque no la besaba, ni la abrazaba. No quería sentirse tan vulnerable… tan increíblemente solo. Pero Bea le hacia sentir todo aquello y mucho mas. Porque la seguía amando con una fuerza que lo ahogaba, que lo debilitaba. En otro momento, ella había sido su fuerza, su aliento de vida… ahora solo significaba su muerte.
Al ver que ella no hablaba, empezó a reir
- ¿Sabe tu novio que estás aquí?
Bea le miró un momento, con sus ojos verdes llenos de tristeza.- Yo..
- ¿Lo sabe o no?- insistió él
- No..
- ¿No?¡Vaya! ¿Tu haciendo cosas sin consultar al abogado perfecto?¿Qué os habeis peleado?
- Alvaro…
- ¡Ah no, que tonto, claro!!!- exclamó- debe ser que Nachito no te hace feliz en la cama, y necesitas un buen revolcón..¿no es eso? Y has debido pensar en mi.. total… llevo muchos meses sin sexo…. Debo estar deseándolo…- la sonrisa de su cara no podía esconder toda la furia que desprendía por cada poro de su piel- que buena eres… siempre pensando en el prójimo…deberían santificarte mucho antes de que te murieras…
Quería humillarla, destrozarla, hacerla sentir una minima parte del dolor que él estaba sintiendo. Pero ver sus lágrimas rodar por el rostro, hizo que su propio dolor se multiplicara por mil. Tuvo que hacerse con toda su fuerza de voluntad para no correr hacia ella, para no consolarla.
- ¿Por qué lloras?¿Tanta pena te doy?- de un movimiento se quitó la camiseta raída que llevaba y se quedó desnudo de cintura para arriba- pues no me tengas pena, mi amor…- dijo lo mas cínicamente que pudo- vamos a pasar un buen rato…
Se adelantó hacia ella, pero Bea retrocedió ya presa del llanto
- ¡No Alvaro, por favor!- pidió entre lágrimas
El la cogió de los brazos.- ¿Ahora te arrepientes de haber venido? ¿Ahora que ya no te enfrentas al mismo estúpido que creyó en ti? – la sacudió con fuerza, incapaz de soportar sus lágrimas… su cercanía- ¿Qué querías?¿humillarme mas? – la soltó de golpe, haciéndola trastabillar hacia atrás- ¿quieres saber si estoy acabado? Pues lo estoy…¿estás contenta? Ahora márchate de aqui..!!
Bea se abrazó a si misma, sin poder controlar el llanto que le arreciaba. Sin poder controlar el amor que la partia en dos. Se moria por pedirle perdón, por suplicarle que la abrazara, que la perdonara… que la amara… que la devolviera a la vida…pero la furia de él la amilanaba… le abría las heridas que nunca habían dejado de sangrar. Le miró con el alma en la mirada, con el corazón latiendo imperceptiblemente, sin vida.. sin esperanza.
- ¿Tanto me odias, Alvaro?- susurró

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