- ¡ Diana! ¿Quieres estarte quieta? ¡ Al final te voy a destrozar el vestido!
Diana miró a su amiga con el ceño fruncido.- Pues tú haz el favor de no pincharme con esos alfileres asesinos que tienes en las manos.
Susana resopló, pero no dijo nada, y siguió arreglándole la cinturilla del vestido de novia que llevaba puesto.
Era el día de la boda de Zarek y Diana, y los nervios de todos estaban a flor de piel. Diana no hacía mas que protestar por todo, y encima, de los mismos nervios pasados en los últimos días previos a la boda, había adelgazado mas de la cuenta, y el vestido le quedaba demasiado holgado en la cintura. Susana estaba intentando arreglárselo, pero era una tarea prácticamente imposible, puesto que Diana no se estaba quieta ni un momento.
- Su… aquí te traigo mas hilo- dijo Cris entrando en la habitación
- ¿Y el metro? Necesito el metro- le dijo Susana sin mirarla
- Aquí está- respondió Bea entrando tras Cris y tendiéndole el metro a Susana- ¿cómo va?
- Fatal. No para quieta
- Haz el favor de no hablar como si yo no estuviera delante…¿eh?
- ¿¿Quieres callarte de una vez y estarte quieta??- le medio gritó su amiga ya exasperada
Esta vez fue el turno de Diana de resoplar
- ¿Alguien ha visto a mi hijo?- preguntó Marie entrando como un vendaval en la habitación
- Debe estar con sus tíos- le contestó Bea- Álvaro hace como diez minutos que me ha quitado a la nena y se la ha llevado, así que a Dieguito lo debe de tener Ale.
- Seguro- afirmó Susana sin apartar la vista de lo que estaba haciendo-Alejandro lleva mucho tiempo sin merodear por aquí, así que debe de estar con uno de sus sobrinos.
Marie puso los ojos en blanco y salió de nuevo, en busca de su hijo.
- Hay que ver que malcriados tienen a los niños…- suspiró Bea
- Y que lo digas… - declaró Susana- si Dieguito y Lorena están en casa, por Alejandro como si me estampo contra la pared o me sale un cogollo de algo en la cabeza…Él ni se entera
- Que exagerada eres…- le dijo Cris entre risas
- Si.. si… exagerada dice…- bufó Susana
- A ver cuando te animas tú a darle un primito a ese par de granujillas..- dijo Bea también entre risas
Susana dejó de coser y las miró con una sonrisa
- Creo que estoy embarazada…
Sus amigas comenzaron a gritar, mientras Susana intentaba hacerlas callar
- Shhhh…no chilléis, que Alejandro no sabe nada, por favor…
- ¿Qué es lo que pasa?- preguntó Saymi entrando en la habitación seguida de Laura
- ¡Que Su está embarazada!- gritó Cris
- ¿¿Qué??- exclamó Laura
- ¡Por favor!- dijo Susana entre risas- ¡ que sólo he dicho que lo creía!
- Oyeeeee… ¿y mi vestido?- saltó Diana al ver que comenzaban a dejarla al margen- ¡que me caso en una hora!
Nadie le hizo caso. Todas rodeaban a Susana, llenas de alegría.
Aquel cuadro de felicidad y complicidad, se repetía día a día en el año que había transcurrido desde la muerte de Diego y la liberación de Álvaro. La tragedia, el dolor y la desesperanza, las habían unido… como si de una familia se tratara. Una familia que no podía dejar de verse mas de dos semanas seguidas, sin contar que los gemelos, estaban juntos prácticamente todos los días, y siempre había una celebración, una noticia, una película, que hacía que se reunieran. O simplemente las ganas de verse.
Susana y Alejandro se habían casado dos meses atrás, pero vivían juntos en la casita que había comprado Alejandro, casi desde el principio. Él era ya uno de los neurocirujanos mas renombrados de Madrid, mientras que ella seguía ejerciendo de juez y compaginando los juzgados con la prisión. Había sido una ceremonia sencilla, con los mas allegados… y con Rosa. Aquel fue el momento en que el los hermanos pudieron agradecerle personalmente todo lo que había hecho por ellos… y Álvaro le pidió llamarla mamá. Rosa no había podido evitar las lágrimas y había llorado desconsoladamente en los brazos de sus hijos.
Susana no había vuelto a ver a Nacho. Ignacio Goñi fue condenado a 35 años de prisión por estafa, extorsión, posesión de armas, secuestro, intento de homicidio y homicidio en primer grado, y llevado a la prisión de alta seguridad de Herrera de la Mancha en la provincia de Ciudad Real. Ella se había sentido tranquila… y feliz. Feliz para poder disfrutar de toda la dicha del mundo. Tiempo mas tarde, Cris y Diana, que habían asistido al juicio, le habían contado, que tras dictarse la condena, Nacho había comenzado a llorar y a gritar el nombre de Susana como un loco, mientras pedía clemencia. Susana no había vuelto a pensar en ello. Todo, absolutamente todo lo malo había quedado atrás.
Cris y Jota también habían seguido su camino, juntos. Aquel viaje que habían hecho hacía ya un año, había sido el primero de muchos… porque habían decidido disfrutar de la vida. Aunque Jota, en ausencia de Sandra, seguía al frente de J&S, y Cris trabajara con Laura, y los fantasmas del pasado, ya no les ensombreciera, se habían escapado miles de veces fuera de la ciudad… hasta perderse. Y nadie, nadie, nunca habían sabido dónde iban.
Y todo había sido amor y felicidad…aunque también se hubieran roto algunas historias. Benito y Sara se habían separado al poco tiempo de volver de México, y él se había marchado con su madre fuera de Madrid. Miguel y Saymi seguían juntos y felices… y ella era uno de los pilares fundamentales de Bulevar, al lado de Bea y Álvaro. Nuri y Anguila se habían alquilado un pisito en Madrid, en Lavapiés y Álvaro lo había trasladado de vigilante a Bulevar… mientras que Nuri seguía en J&S. Las continuas escapadas de la pareja, mientras siguieron trabajando juntos, había hecho que tuvieran que separarlos. A ellos no les había hecho gracia el tema, pero Álvaro aún reía al recordarlo.
Mercedes, la hermana de Alejandro, y Saúl no estaban juntos..pero tampoco lo habían intentado. Ella conoció a alguien en Puerto Vallarta, durante su estancia allí, y tras comprobar que su hermano estaba bien y feliz, había volado hasta el estado mexicano para tratar de buscar su propia felicidad. Tan sólo había vuelto a Madrid para la boda de Ale… y éste, aunque apenado por la ausencia de su hermana, también estaba feliz por que ella estuviera contenta y enamorada.
Cayetana se había casado en New York con su nuevo amor, hacía pocos meses, justo en el mismo mes en el que había nacido la primogénita de Álvaro y Bea, Lorena. Sandra había viajado a Madrid para asistir al bautizo de la criatura, y de paso, comunicar la noticia de la boda de su hermana.
Todos, incluído Jota, se habían alegrado por ella.
Santi y Bárbara seguían juntos y bastante revueltos. Se adoraban, pero a él le faltaban horas para poder darle todos los caprichos a su niña del alma. Y ella se lo agradecía, siempre a su manera. Aunque para él parecía ser suficiente.
Ana, la hermana de Laura y Diana, seguía en Segovia. No se había olvidado de Nacho, pero el miedo inicial de la familia, pensando que haría lo impensable por marcharse a Ciudad Real, ya no existía. Ana no parecía querer olvidar a Nacho, pero tampoco quería ir a verle. Poco a poco, y con una lentitud que hacía daño en el corazón de quienes la querían, se iba dando cuenta de lo estúpida que había sido.
Lucía no había vuelto a Madrid. Marie la había localizado en Alicante, y tras pasar una temporada con ella, habían sabido de los éxitos de Álvaro y Bea, y ella había decidido no volver.
Marie, por el contrario, tras las múltiples llamadas de Álvaro y Alejandro, y sus súplicas porque volviera con ellos, había querido volver… y dejar que su hijo se criara con ella.. y con los hermanos de su padre.
Había sido niño… y como no, le habían llamado Diego. El primer día que Marie vio su carita, lloró como una niña… y el primer día que vio sus ojos, supo que dios le había devuelto una gran parte de Diego. El niño era su viva imagen… sus mismos ojos.. su misma sonrisa… era él. Y Marie se juró a si misma, que mientras ella viviera, él sabría que era una familia… y jamás lo separaría de sus tíos, sus tías.. y del recuerdo de su padre.
Bea y Álvaro se habían comprado un piso en pleno centro de Madrid, a muy pocos metros de Bulevar. Habían vivido en el apartamento de soltero de Álvaro hasta que Bea dio a luz a la niña mas preciosa del mundo, y decidieron, que su nido de amor, aquel que había sido testigo de los momentos mas bonitos de su historia, se les había quedado pequeño.
El nacimiento de Lorena fue el momento más mágico y maravilloso en la vida de los dos. Alvaro había llorado de emoción al ver la carita de su pequeña, y Bea le había sonreído, con una sonrisa tan hermosa, que Álvaro pensó que estallaría de felicidad. Ninguno de los dos, ni Bea, ni Álvaro, habían podido olvidar ese momento…como no habían podido olvidar la primera vez que Lorena arrugó la naricilla, o la primera vez que la pequeña lanzó su primera carcajada.
Alvaro había cumplido su promesa, y se había quedado sin trabajar mas de 6 meses. Dejó a Saymi al mando de Bulevar, junto con Gonzalo, y se había dedicado exclusivamente a su Bea y a su pequeña. Al sexto mes, Bea había decidido volver a trabajar… y Álvaro no tuvo mas remedio que hacer lo mismo… a pesar de las protestas, y las contínuas llamadas de teléfono a la niñera, que acabó harta de las llamadas preocupadas del padre. Al final habían decidido trabajar sólo media jornada cada uno y estar con la peque el máximo tiempo posible. Pero Bea acabó llevándose el trabajo a casa… porque no daba abasto, así que Álvaro tuvo que obligarse a tranquilizarse y dejar que las niñeras hicieran su trabajo, sin llamarlas cada media hora del día.
Pero la presencia de la pequeña no era lo único que los mantenía felices. Estar juntos era para ellos el mejor regalo.. y se lo demostraban cada día el uno al otro, sin cansarse de hacerse mimos, arrumacos y de hacer el amor a todas las horas en que estaban en casa y Lorenita dormía. Sus amigos se reían y les decían que parecían una pareja de adolescentes… pero es que ellos se sentían mas enamorados que nunca… y que cada día que pasaba, se amaban con mas y mas fuerza. Jamás se cansarían de darle las gracias a la vida, por haberles dado esa segunda oportunidad de ser felices… y pensaban aprovecharla hasta el último momento.
La boda de Zarek y Diana era la ocasión perfecta para volver a unirse todos, como siempre hacían cada poco tiempo. Zarek, que en un arranque de romanticismo, le había pedido que se casara con él, había cuidado hasta el último detalle para que aquel día fuera perfecto… mientras se dedicaba a adorar a su Diana, de la que no se ocultaba en demostrar, que estaba perdidamente enamorado. Y Diana se había dejado querer… mientras ella quería a su vez con toda su alma. No podía creerse aún lo afortunada que era.
- Falta media hora para que empiece la ceremonia…- anunció Álvaro asomándose por la puerta y sonriendo a Bea que se acercó a él, dando pequeños saltitos.
- Hola mi amor…- le saludó Bea devolviéndole la sonrisa- ¿ y la nena?
- Con Marie y mi hermano.
Bea se giró hacia sus amigas, tras lanzar una sonrisa pícara a Alvaro.- Chicas, os espero en la capilla
- Vale…- dijo Susana levantándose y mirando el vestido ya finalizado- aquí queda poco ya
- Pues nos vamos a ir colocando… no?- dijo Laura- tengo que averiguar dónde se ha metido el tarambana de Gonzalito. Que este es capaz de haberse quedado dormido en algún confesionario.
- Bueno, no te quejes…- dijo Cris entre risas- que hace un tiempo, habría estado intentando averiguar si las monjas llevaban ropa interior debajo del hábito.
- ¿Y te crees que ahora no?- saltó Álvaro
- ¡Será…..!- Laura salió a la carrera de la habitación, mientras todos estallaban en carcajadas
Todos salieron de la habitación, dejando a Diana a solas con Susana. Ésta se retiró unos pasos para verla bien, mientras su amiga daba vueltas sobre si misma
- Estás preciosa…-le dijo Susana con una sonrisa
- ¿De verdad?- Diana se miró a si misma, metida en su vaporoso vestido blanco- dios… parezco un merengue móvil
- Pareces una princesa…- Susana se acercó a ella y le cogió las manos- todo va a salir genial…
- ¿Me lo prometes?- Diana hizo una inspiración- tengo tanto miedo de meter la pata…
- No vas a meter la pata. Zarek te adora… y tú a él. Lo demás es un puro trámite.
- Si.. pero eso de “ para siempre” suena tan… no se… tan “ para siempre”….
- ¿Crees que algún día dejarás de querer a Zarek?
- Nunca..- contestó con rapidez- jamás en la vida
- Pues ya está… deja de preocuparte. Todo saldrá a pedir de boca.
Diana se volvió a mirar a si misma y luego miró a su amiga.- ¿Te arrepientes de haberte casado con Alejandro? ¿No perdiste tu libertad?
- No.. al contrario. Gané la libertad de amar y sentirme amada de una forma que jamás imaginé. Casarme con Ale fue ganar un compañero, una persona a la que cuidar y que me cuidara para toda la vida. Quizás no era necesario casarse para sentirse así…pero a nosotros nos hacía ilusión… ilusión por compartirlo con vosotros… porque fuerais parte de algo tan nuestro…
- Mira que eres ñoña…
- Eso se me ha debido de pegar de Ale… - rió Susana- y ahora te dejo. Voy a avisar a tu padre
- ¿Ya es la hora?- preguntó Diana, asustada
- Casi…- Susana miró el reloj- faltan diez minutos
Susana se fue a girar, cuando Diana la llamó
- Cosi…
- Dime
- Sabes que te quiero, ¿verdad?
- Lo se
- Que eres como mi hermana…¿verdad?
- ¿Quién es la ñoña ahora?- rió la jueza
- Joder cosi… no te rías
- No seas tonta… yo también te quiero.
Diana sonrió y dejó que Susana se marchara, mientras esperaba a su padre. Nada mas salir de la habitación, Su se encontró con Ale, que llevaba a Lorena dormidita en los brazos
- ¿Estos ya se han escapado otra vez?- le preguntó Susana a su marido, refiriéndose a Álvaro y a Bea
- Déjalos… trabajan mucho
Susana miró a la niña que dormía plácidamente en los brazos de su tío y sonrió
- Serías un padre estupendo…- susurró
Él se inclinó hacia ella, y la besó en los labios.- Pues ya sabes...
- Tendremos que encargarlo…¿no?- preguntó ella
- Cuando tú quieras…- dijo él volviéndola a besar- tú sabes que tus deseos son órdenes para mí
- Pues encarguemos uno a París…- contestó ella contra su boca- que llegue mas o menos hacia…. ¿ noviembre..?
Alejandro fue a contestar, pero algo en la mirada de ella, hizo que guardara silencio. Quiso decir algo, cualquier cosa, pero la sonrisa radiante de ella, hizo que el corazón se le detuviera, y que tuviera que parpadear con fuerza, para que lágrimas tontas no lo traicionaran.
- ¿Estás segura…?- preguntó en un susurro de voz
Susana desvió la vista.- Sí… creo que sí. No me he hecho la prueba, pero llevo un retraso de 2 semanas. Sabes que nunca se me retrasa…
- Peque…- dijo él con emoción contenida
- No quiero darte ilusiones. Si al final no estoy…
- Si al final no estás, seré igual de feliz…- la interrumpió él- porque estoy contigo… porque la vida me ha dado el privilegio de estar a tu lado.
- ¿Y si lo estoy?
- Entonces…-él sonrió- entonces no tendré palabras para describir lo feliz que me siento…
Ella buscó en su bolso de mano, y sacó un predictor, aún sin usar.- ¿Lo averigüamos?
Alejandro asintió con la cabeza, y fue a abrazarla, dejando a la niña dormida entre ellos. Al verse achuchada, la pequeña protestó y ellos se separaron entre risas
- Será mejor que vayamos a buscar a mi hermano. Es hora de que ejerza de padre- dijo Ale empezando a caminar hacia la capilla- porque yo quiero saber.
- Pero Ale…-dijo ella deteniéndolo entre risas- faltan 5 minutos para la boda…tendremos que esperar hasta mas tarde
Él se giró hacia ella, poniendo morritos.- ¿Es necesario?
Susana se echó a reir.- Si peque… es necesario. Es la boda de Diana y Zarek.. y yo soy dama de honor. Tendremos que esperar a llegar a casa…o como mucho, al banquete
- Del banquete no pasamos…. ¿entendido?
- Entendido..- Susana volvió a reir y palmeándole el culo, hizo que su marido avanzara hacia la capilla, mientras ella lo seguía a pocos metros de distancia.
Zarek estaba al lado del cura, mientras los últimos invitados se sentaban, y el padrino, un compañero del cuerpo de policía de Zarek, revisaba que todo estuviera en orden, que llevaba los anillos y esas cosas. Todo estaba listo ya, cuando Susana ocupó su lugar y miró al novio con una sonrisa. Éste afirmó con la cabeza y se dispuso a esperar los minutos de cortesía que le permitían a la novia llegar tarde.
- Me pregunto cuando seremos nosotros los que estemos ahí… frente al altar..- le dijo Álvaro a Bea en un susurro, mientras mecía a su nena en los brazos. Alejandro se la acababa de devolver.
- ¿Es eso una proposición indecente, Álvaro Aguilar?- le preguntó ella mirándolo con ternura
- Dirás mejor una proposición decente…- él sonrió
- Pues si es una proposición, no va acompañada de lo básico, señor Aguilar… ni de velas, ni de cena romántica, ni de anillo.. y mucho menos, te veo postrado de rodillas…
- No sabía yo que eras tan clásica…- bromeó él
- ¿Clásica? No… pero a una mujer nunca le va mal que le doren la píldora de vez en cuando… no?
- ¿No te la doro lo suficiente?-contestó él riendo también, mientras atrapaba el lóbulo de su oreja entre los dientes, y la hacía estremecer
- Eres un tramposo…- le dijo ella entre sonrisas
- Un tramposo que te ama perdidamente…- dijo él bajando la cabeza y buscando su boca- y si es necesario, ya te prepararé la cena romántica, las velas, el anillo y me pondré una mantita en el suelo para que puedas tenerme de rodillas, todo el tiempo que sea necesario…
Bea besó sus labios y entreabrió la boca, dejándolo entrar. Alvaro se deleitó en las sensaciones que provocaba su lengua contra la suya, y detuvo el beso para mirarla
- ¿Eso es un sí?-dijo contra sus labios
- ¿A ponerte de rodillas?
- Bea….- él lamió los labios femeninos, haciendo que ella se estremeciera de nuevo
- Si me pidieras que me fuera al Ártico en manga corta, sabes que iría… y que iría feliz por el simple hecho de que me lo has pedido tú
- No voy a pedirte que vayas al Ártico en manga corta…- él rió
En ese momento, sonó la marcha nupcial e hizo que se separaran. Lorenita abrió los ojos, ante el sonido de la música y empezó a protestar
- Shhh…princesa.. ya está… estás con papi… duerme mi niña.. duerme..
- Seguro que se duerme… como te hace caso en todo…- Bea sonrió
- Claro.. ¿ves como nació niña?-él sonrió con autosuficiencia
Bea puso los ojos en blanco.- Entonces…¿cuándo será la cena romántica?
- Cariño… déjame escuchar la ceremonia…- le dijo Álvaro, haciéndose el serio, mientras mecía a la niña
- ¡ Serás…..!- ella le pegó suavemente en el hombro y él se giró hacia ella, riendo ya
- El resto de nuestras vidas, mi amor… el resto de nuestras vidas estará lleno de cenas románticas, de velas, de anillos… y de mi postrado de rodillas delante de tí, suplicándote que jamás dejes de amarme…
Ella le miró, con todo el amor del mundo puesto en su mirada verde
- Eso jamás podría suceder… porque creo que te he amado hasta en mis vidas pasadas…
- Pues haré que me ames también en las futuras…
- Te amo, tonto….- ella se había echado a reir ante la seguridad de él
- Te amo, mi vida…
Él la volvió a besar, hasta que Alejandro, sentado a su lado, carraspeó con fuerza. Álvaro se separó de Bea y miró a su hermano, que le señalaba a Diana que caminaba por el pasillo.
- ¿La ceremonia?- preguntó Bea en un susurro
- La ceremonia- respondió Álvaro
Y los dos se echaron a reir.
Diana avanzó hacia el altar y hacia Zarek del brazo de su padre, mientras sentía que las piernas le temblaban. El policía estaba impresionante, con su cabello negro echado hacia atrás, su traje oscuro enmarcándole el cuerpo, y sus ojos, tan increíblemente azules, brillándole de felicidad. Se sintió aturdida, feliz, acojonada… tantas cosas a la vez, que por un momento tuvo ganas de huir de allí. Se obligó a mirar a Zarek, y al ver su seguridad, siguió avanzando hacia él, hasta que le cogió de las manos.
El policía asintió a lo que le dijo su suegro y la miró con una sonrisa. Ella estaba pálida y sus manos estaban heladas
- Mi amor… ¿estás bien?- le preguntó él algo preocupado- sabes que no…
Diana le detuvo con un gesto, interrumpiéndole.- Estoy bien…
- Sabes que no hace falta pasar por esto- insistió él
- Te amo Zarek- dijo ella simplemente
- Por favor… ¿podemos empezar ya?- dijo el cura
- Un momento…- le contestó Zarek y miró a su novia- lo se… pero no necesitas demostrármelo
- No hago esto para demostrártelo- ella miró al cura- empiece por favor.
El cura asintió y empezó la ceremonia, mientras Zarek apretaba la mandíbula, visiblemente preocupado. Durante minutos, la ceremonia continuó, y nadie dijo nada. Pero Diana tenía la mente muy lejos de allí. Porque lo cierto era que estaba aterrada. La palabra matrimonio se le antojaba demasiado grande… demasiado ostentosa. Y siempre había creído que para querer a alguien, no necesitaba firmar un papel… o pasar por el engorro de llevar un vestido de color merengue.
Lo estaba haciendo por él… porque él se lo había pedido, porque él estaba mas ilusionado que nadie… y porque él “ quería” casarse con ella. Y eso la emocionaba hasta el tuétano. Pero le estaba costando respirar, y eso no podía ser bueno.
Cogió aire para inspirar, y en ese momento se dio cuenta de que el cura le había preguntado algo
- ¿Qué…?- preguntó aturdida
- Señorita… ¿me ha escuchado?- le preguntó el cura
- Diana…-empezó Zarek, haciendo que ella le mirara
- ¿Dónde es el viaje de novios?- preguntó ella de golpe
- ¿Qué?- Zarek la miró sin comprender
- ¿Qué donde era el viaje de novios?
- Cariño… a Edimburgo.. tú misma lo elegiste
- ¿Y crees que podremos irnos igual, aunque no seamos novios?
- Diana… ¿qué estás diciendo…?
- Pues…- miró al cura- mire, señor cura.. que usted lo hace muy bien y esas cosas, pero es que este vestido me está mantando.. y encima yo soy del Málaga, y esto parece que sea del Madrid.. y uggg.. que asquito… ¿sabe? Y no es por hacerle un feo… pero a mi firmar, por firmar, como que no.. porque encima seguro que no me da tiempo a leer la letra pequeña y seguro, seguro que hay cosas, como que firmar me puede dar urticaria y esas cosas… porque yo siempre he sido muy delicadita.. y a ver que va a pasar con mi Zarek, si a mi me da un chungo raro de esos que dan y se queda solito… Pues…. Ya le digo yo lo que pasaría.. que vendría una lagarta de esas a beneficiárselo.. y no, señor cura, por eso no paso yo… que este hombre es muy mio… como diría el Gollum del señor de los anillos… ¿usted sabe que es el señor de los anillos? Hombre, pues me imagino que no, porque usted no debe salir de sus salmos y sus rezos…
- ¡Diana!- exclamó Susana empezando a acercarse- ¿qué….?
Pero Zarek la detuvo, mientras no quitaba la vista de encima a su prometida
- ¡Pero…!- empezó el cura-¿Qué diantres está diciendo?
- Uy… diantres dice… ¿ sabe cuanto hace que no escuchaba esa expresión..?- siguió ella- claro que usted no debe decir ni joder, ni me cago en la puta, ni nada de eso… ¿verdad? uy.. usted perdone.. que ya se que no se debe blasfemar en la iglesia…-comenzó a retroceder, hacia la puerta de salida, mientras todos la miraban, sin hacer un solo movimiento hacia ella- pero es que a una le sale solo..-giró la cabeza y vio a sus padres, y a sus dos hermanas- siempre he sido la loca de la familia… ¿no? pero es que de verdad, me está costando respirar… necesito un poco de aire…¿ es eso tan malo?
Nadie le contestó y ella llegó hasta la puerta con paso lento. Allí se giró de espaldas a la gente, contemplando la luz del día, los rayos de sol entrando, acariciándole el rostro helado, y seguidamente miró de nuevo hacia atrás, clavando la mirada en el hombre que amaba
Zarek estaba serio, muy serio, y apretaba los puños. Su mirada clara estaba cargada de dolor, dolor por el solo pensamiento de que ella le abandonara. Y Diana lo amó mas que nunca en ese momento… porque en ese momento supo hasta que punto la amaba él…hasta que punto era capaz de sacrificar su propia felicidad por la suya… y hasta que punto era capaz de darlo todo por ella. Y en ese momento supo que si, que se casaría con él..pero no con un vestido blanco y rodeados de gente… sino en algo sólo para ellos dos.. para unir mas sus corazones… y para demostrarle, por que si, por que él se merecía que se lo demostrara, lo mucho que le amaba.
- Oye.. inspector…¿vas a venir o te saco de las orejas? Que Edimburgo nos espera… y siempre nos podemos casar en uno de esos maravillosos castillos a la orilla del lago…
Zarek sonrió. Y su sonrisa iluminó el mundo de Diana. Echó a correr hacia ella y la alzó en brazos, mientras la besaba como un loco.
- Estos no van a cambiar nunca..- dijo Susana con un suspiro sin dirigirse a nadie. Pero no pudo evitar sonreir
- Entonces… ¿no hay boda?- preguntó el cura
Susana se alzó de hombros, mientras los presentes se echaban a reir. En el exterior, ya alejados de la iglesia, sólo se escuchó la voz de Diana, en una réplica de las suyas y la carcajada de felicidad de Zarek.
Bea y Álvaro se sonrieron, mientras salían de sus asientos, con su hija en los brazos, al igual que Alejandro, que abrazó a Susana, cuando ella llegó a su altura. Laura se acercó con Gonzalo, y seguidamente Cris con Jota. Todos sonreían… todos .
Fin