Alejandro se acercó a la mesa con la bandeja de los vasos en la mano y la dejó sobre la mesa con cuidado de que no se le derramara ninguna de las bebidas. Susana dejó caer la mano sobre la parte de la baja de la espalda de él, en una muda muestra de agradecimiento. Él la miró y le sonrió, mientras se dejaba caer en la silla justo a su lado.
- Está claro que no vamos a llegar a ningún lado mientras las cosas sigan como están…- decía Cris en aquel momento
- Eso en el caso de Álvaro…¿pero que hay de Francisco? No podremos aplazar mucho mas su comparecencia ante el juez… - dijo Laura mientras Saymi asentía con la cabeza.
- Mientras tengamos informes médicos que le impidan viajar, no habrá problema.. – intervino Susana
- Pero el tiempo se nos agota…- dijo Jota mientras cogía uno de los vasos de la bandeja que Alejandro había traído
- Nacho cada día se vuelve mas y mas peligroso…- intervino Gonzalo- sobretodo desde que lo echamos de Bulevar. Ese detective que contrató es un hueso duro de roer
- No se si me preocupa mas él o el inspector Vryzas..- dijo Cris
- Alvaro debería aparecer… o mínimo soltar a Beatriz..- dijo Saymi
- ¿Crees que a estas alturas la va a dejar marchar?- preguntó Laura en voz alta. Y nadie le contestó…. porque ninguno de los presentes en aquella habitación tenía la respuesta.
Aquella era una reunión mas. Una de las muchas reuniones que habían hecho en uno de los múltiples despachos de Bulevar, desde la fuga de Álvaro y la denuncia de Diego hacia Francisco, hacia ya dos meses. Buscaban soluciones, posibles defensas… cualquier cosa que les diera un soplo de esperanza frente a tanta oscuridad. Cualquier cosa que les dijera que las cosas no iban a salir tan mal como en un principio parecía. Pero la búsqueda, hasta el momento, había resultado infructuosa.
Laura y Cris, las abogadas, trabajaban día y noche por encontrar una solución.. y la única que seguían creyendo era la mejor, era el cambio de declaración de Bea. Pero que Beatriz llevara secuestrada mas de dos meses, les hacía pensar seriamente que aquella defensa no les iba a servir de nada. No solo porque Beatriz quizás ya no querría cambiar su declaración.. sino porque el juez posiblemente no la tomara como buena… debido a su largo cautiverio al lado de Álvaro Aguilar.
Y aunque ambas lo hacían ya por orgullo profesional, la verdad era que había mucho de personal puesto en cada minuto que se pasaban estudiando el caso y buscando mil resquicios por los que meterse. Cris por Jota y su vinculación con los Aguilar… y Laura por Gonzalo. Gonzalo, que se había convertido en el eje de su vida y adoraba a Álvaro como a su propio hermano. Presentía que Gonzalo sabía mas de lo que afirmaba, pero no quería indagar mas. Como hacia dos meses atrás, su miedo a perder lo que tenía con él, le detenía a la hora de averiguar si sus sospechas eran realmente certeras. Y aunque Cris intentaba convencerla de la necesidad de saberlo, ella tenía la sensación de que no necesitaba saber nada mas, excepto que él la quería lo suficiente como para seguir a su lado.
Y aunque Cris no la entendiera, sabía que Susana si lo hacía. De hecho, sabía que Susana estaba segura de que Alejandro sabía el paradero de Álvaro, y aunque la jueza no callara en la misma medida que Laura, las peleas eran lo suficientemente frecuentes como para que los principios de toda una vida se tambalearan, y se mordiera los labios para callar al igual que la abogada hacia.
Alvaro seguía en paradero desconocido… y la policia no se rendía. A eso se le había juntado la enfermedad coronaria de Francisco que le impedía volver a España desde México. Merche, la hermana de Alejandro, seguía allí con él, cuidándole… pero con pocas esperanzas de que saliera de aquella crisis. La acusación formal de Diego y la desaparición de Álvaro, habían acabado con su fortaleza. Sara y Benito también seguían allí, ayudándola a pasar el trance.
- Quiero ir al hospital…- dijo Laura de golpe tras una pausa y miró a Gonzalo- hoy dan de alta a mi hermana Ana..
- Voy contigo..- Susana se levantó- Diana me ha llamado para que vaya también al hospital. Hemos quedado allí
- Vale…- Laura se levantó y recogió los papeles que tenía sobre la mesa- podemos quedar la semana que viene si quereis. Antes no puedo… quiero estar con mi hermana
- No hay problema..- dijo Cris levantándose también- yo también tengo el resto de la semana movida…- miró a Jota que afirmaba con la cabeza. Ambos estaban muy metidos en levantar Bulevar, y ponerla al nivel que había tenido en la época de Francisco. No les estaba resultando fácil… ni a Gonzalo tampoco. Este se había levantado de la mesa y siguió a Laura, tras asegurar a Jota que no tardaría mas de dos horas en volver a la oficina
Susana miró a Alejandro que la miraba apoyado en la mesa. Los demás habían comenzado a salir de la habitación tras las consecuentes despedidas, dejándolos solos. Ella se acercó a él
- ¿Vienes conmigo al hospital?- le preguntó
- Lo siento peque…- contestó Alejandro mirándola con pesar- pero tengo algo que hacer…
Ella arrugó el ceño.- ¿Algo de esos algos que no me puedes contar…?
- Su… mi vida… por favor…- empezó él
- Si, si.. que no empiece..- Susana suspiró, cansada. Se separó de él
Alejandro la echó de menos de inmediato.- Peque…
- No te preocupes…- ella intentó sonreir, pero no lo consiguió- ¿llegarás para cenar?
- Claro..- él se acercó a ella y la abrazó con fuerza- te amo mas que a nada, peque… recuérdalo siempre..¿vale?
Susana se dejó abrazar y asintió con la cabeza, refugiada en sus brazos
- Te preparo la cena…- dijo ella con la voz ahogada contra el pecho masculino- pero no te quejes si te pongo laxante…
Alejandro comenzó a reir y separándola un poco, la besó con dulzura
- Pasaré por la farmacia antes de subir… por si las moscas…
- Eso, eso… hombre prevenido..
Él volvió a reir.- Despues de dos meses a tu lado, he aprendido que eres capaz de cualquier cosa, peque…y me das un miedo…
- Haces bien en tenerme miedo…- ella arrugó la nariz- y ahora me voy… que me esperan- dijo separándose de él y buscando su abrigo y su bolso
- Hasta luego…- le dijo él antes de que ella cruzara la puerta. Susana se giró
- Hasta luego…
Ella había sonreído al despedirse, pero Alejandro se dio cuenta, con pesar, de que esa sonrisa no le llegaba a los ojos.
Bea dio vueltas a la cuchara una y otra vez, mientras creaba dibujos con ella en la oscura superficie de la sopa. No tenía hambre, como era ya habitual en ella, y el aspecto de aquella comida, para colmo, no le convencía en absoluto. Pero no había desayunado nada y sabía que no podía pasarse el día sin comer. El Anguila la regañaría seguro si se enteraba de que no había comido… y con toda la razón del mundo.
Anguila se había convertido en su amigo en aquellos dos meses que llevaban en la casa. La protegía y le daba una libertad que jamás hubiera creído. La dejaba vagar por la casa y pasear por el jardín todo lo que quisiera… y ella aprovechaba cualquier oportunidad para distraerse y no pensar en su situación. Porque las cosas, a pesar del tiempo, seguían siendo complicadas. Álvaro ya no la evitaba de la forma irracional que hacía al principio…pero tampoco buscaba la cercanía que ella ansiaba… que ella soñaba con tener. Se había resignado a sentirlo cada día mas y mas lejos… sin posibilidad alguna de que llegara a perdonarla
- Si quieres, te pueden preparar otra cosa…- la voz de Álvaro le llegó como en una neblina. Ella salió de sus pensamientos casi de golpe, sobresaltándola
- ¿Perdona?- preguntó ella, mirándolo, bebiendo de aquellos ojos oscuros
- Que vas a marear la sopa…- le contestó él señalando el plato
Él volvía a llevar el pelo oscuro, mas largo de lo normal, y barba espesa cubriéndole la cara. Había cogido algo de peso desde la huída de la cárcel, y había dejado los chandals a un lado, y ahora se decantaba por tejanos y camisas, que le quedaban a la perfección. Bea pensaba que a pesar de todo, a Álvaro le costaba dejar sus raíces atrás…. y la ayuda de Gonzalo y su primo, tan igual a él, le ayudaban mucho.
Se había acostumbrado a verlos por la casa. Gonzalo, incluso, había hablado con ella en un par de ocasiones… sobretodo para averiguar si ella tenía pensamientos de denunciar a Álvaro. No lo pensaba hacer… pero Bea pensaba que las neuronas de Gonzalo seguían sin funcionar debidamente… ya que tampoco se lo hubiera dicho, si quería denunciarlo, precisamente a él…
Alejandro era harina de otro costal. La trataba con amabilidad y curiosidad. Pero jamás le preguntaba nada….jamás. Y Bea se lo agradecía interiormente… porque prefería mantenerse en el segundo plano, dónde todo el mundo parecía haberla relegado
- ¿No tienes hambre?- le preguntó Álvaro de nuevo, volviéndola a sacar de sus pensamientos
- No mucha…- ella suspiró y dejó la cuchara a un lado
- No has comido nada en todo el día…- le dijo él tras una pausa
Bea lo miró asombrada…¿cómo lo sabía? Ella había intentado que nadie supiera que no había probado bocado aquella mañana. No podía comer nada sin que le provocara naúseas
- He comido esta mañana…- mintió ella desviando la vista
No, no era cierto. Y él lo sabia. Lo sabía porque no podía evitar cuidarla, preocuparse, amarla… aunque fuese en la distancia. Hacía ya varias semanas que había dejado de engañarse a si mismo y había asimilado que la amaba mas allá de toda razón.. y que el odio que sentía por ella no era mas que fachada para castigarlos a ambos. Castigarla a ella por traicionarle.. por no amarle.. por estar con Nacho cuando el mismo Álvaro hubiera dado la vida por ella. Y castigarse a si mismo por haber confiado en ella… y por morirse de ganas de volver a confiar de nuevo… de volver a sentirla de nuevo.. de amarla de nuevo
- A mi tampoco me ha gustado..- dijo él acercándose un poco mas a ella, sin poder evitarlo- ¿ me acompañas a preparar algo a la cocina con mas consistencia?
Ella le miró y sonrió débilmente ante la invitación de él. Sus pasos acercándose eran lentos.. pero se repetían día a día… con miedo, con precaución… pero seguros. Bea no se atrevía a ilusionarse, no se atrevía a pedir mas, a esperar mas. Pero el corazón la traicionaba, saltándole en el pecho cada vez que Álvaro se acercaba a ella.
- Álvaro, cariño.. te he preparado algo de carne…¿vienes conmigo o te lo traigo aquí?
Alvaro se tensó. Dríade se acercó a él por detrás y con una sonrisa, buscó su boca y le besó. Bea creyó escuchar su propio grito de dolor que su corazón emitió en el mas absoluto de los silencios.
- Está claro que no vamos a llegar a ningún lado mientras las cosas sigan como están…- decía Cris en aquel momento
- Eso en el caso de Álvaro…¿pero que hay de Francisco? No podremos aplazar mucho mas su comparecencia ante el juez… - dijo Laura mientras Saymi asentía con la cabeza.
- Mientras tengamos informes médicos que le impidan viajar, no habrá problema.. – intervino Susana
- Pero el tiempo se nos agota…- dijo Jota mientras cogía uno de los vasos de la bandeja que Alejandro había traído
- Nacho cada día se vuelve mas y mas peligroso…- intervino Gonzalo- sobretodo desde que lo echamos de Bulevar. Ese detective que contrató es un hueso duro de roer
- No se si me preocupa mas él o el inspector Vryzas..- dijo Cris
- Alvaro debería aparecer… o mínimo soltar a Beatriz..- dijo Saymi
- ¿Crees que a estas alturas la va a dejar marchar?- preguntó Laura en voz alta. Y nadie le contestó…. porque ninguno de los presentes en aquella habitación tenía la respuesta.
Aquella era una reunión mas. Una de las muchas reuniones que habían hecho en uno de los múltiples despachos de Bulevar, desde la fuga de Álvaro y la denuncia de Diego hacia Francisco, hacia ya dos meses. Buscaban soluciones, posibles defensas… cualquier cosa que les diera un soplo de esperanza frente a tanta oscuridad. Cualquier cosa que les dijera que las cosas no iban a salir tan mal como en un principio parecía. Pero la búsqueda, hasta el momento, había resultado infructuosa.
Laura y Cris, las abogadas, trabajaban día y noche por encontrar una solución.. y la única que seguían creyendo era la mejor, era el cambio de declaración de Bea. Pero que Beatriz llevara secuestrada mas de dos meses, les hacía pensar seriamente que aquella defensa no les iba a servir de nada. No solo porque Beatriz quizás ya no querría cambiar su declaración.. sino porque el juez posiblemente no la tomara como buena… debido a su largo cautiverio al lado de Álvaro Aguilar.
Y aunque ambas lo hacían ya por orgullo profesional, la verdad era que había mucho de personal puesto en cada minuto que se pasaban estudiando el caso y buscando mil resquicios por los que meterse. Cris por Jota y su vinculación con los Aguilar… y Laura por Gonzalo. Gonzalo, que se había convertido en el eje de su vida y adoraba a Álvaro como a su propio hermano. Presentía que Gonzalo sabía mas de lo que afirmaba, pero no quería indagar mas. Como hacia dos meses atrás, su miedo a perder lo que tenía con él, le detenía a la hora de averiguar si sus sospechas eran realmente certeras. Y aunque Cris intentaba convencerla de la necesidad de saberlo, ella tenía la sensación de que no necesitaba saber nada mas, excepto que él la quería lo suficiente como para seguir a su lado.
Y aunque Cris no la entendiera, sabía que Susana si lo hacía. De hecho, sabía que Susana estaba segura de que Alejandro sabía el paradero de Álvaro, y aunque la jueza no callara en la misma medida que Laura, las peleas eran lo suficientemente frecuentes como para que los principios de toda una vida se tambalearan, y se mordiera los labios para callar al igual que la abogada hacia.
Alvaro seguía en paradero desconocido… y la policia no se rendía. A eso se le había juntado la enfermedad coronaria de Francisco que le impedía volver a España desde México. Merche, la hermana de Alejandro, seguía allí con él, cuidándole… pero con pocas esperanzas de que saliera de aquella crisis. La acusación formal de Diego y la desaparición de Álvaro, habían acabado con su fortaleza. Sara y Benito también seguían allí, ayudándola a pasar el trance.
- Quiero ir al hospital…- dijo Laura de golpe tras una pausa y miró a Gonzalo- hoy dan de alta a mi hermana Ana..
- Voy contigo..- Susana se levantó- Diana me ha llamado para que vaya también al hospital. Hemos quedado allí
- Vale…- Laura se levantó y recogió los papeles que tenía sobre la mesa- podemos quedar la semana que viene si quereis. Antes no puedo… quiero estar con mi hermana
- No hay problema..- dijo Cris levantándose también- yo también tengo el resto de la semana movida…- miró a Jota que afirmaba con la cabeza. Ambos estaban muy metidos en levantar Bulevar, y ponerla al nivel que había tenido en la época de Francisco. No les estaba resultando fácil… ni a Gonzalo tampoco. Este se había levantado de la mesa y siguió a Laura, tras asegurar a Jota que no tardaría mas de dos horas en volver a la oficina
Susana miró a Alejandro que la miraba apoyado en la mesa. Los demás habían comenzado a salir de la habitación tras las consecuentes despedidas, dejándolos solos. Ella se acercó a él
- ¿Vienes conmigo al hospital?- le preguntó
- Lo siento peque…- contestó Alejandro mirándola con pesar- pero tengo algo que hacer…
Ella arrugó el ceño.- ¿Algo de esos algos que no me puedes contar…?
- Su… mi vida… por favor…- empezó él
- Si, si.. que no empiece..- Susana suspiró, cansada. Se separó de él
Alejandro la echó de menos de inmediato.- Peque…
- No te preocupes…- ella intentó sonreir, pero no lo consiguió- ¿llegarás para cenar?
- Claro..- él se acercó a ella y la abrazó con fuerza- te amo mas que a nada, peque… recuérdalo siempre..¿vale?
Susana se dejó abrazar y asintió con la cabeza, refugiada en sus brazos
- Te preparo la cena…- dijo ella con la voz ahogada contra el pecho masculino- pero no te quejes si te pongo laxante…
Alejandro comenzó a reir y separándola un poco, la besó con dulzura
- Pasaré por la farmacia antes de subir… por si las moscas…
- Eso, eso… hombre prevenido..
Él volvió a reir.- Despues de dos meses a tu lado, he aprendido que eres capaz de cualquier cosa, peque…y me das un miedo…
- Haces bien en tenerme miedo…- ella arrugó la nariz- y ahora me voy… que me esperan- dijo separándose de él y buscando su abrigo y su bolso
- Hasta luego…- le dijo él antes de que ella cruzara la puerta. Susana se giró
- Hasta luego…
Ella había sonreído al despedirse, pero Alejandro se dio cuenta, con pesar, de que esa sonrisa no le llegaba a los ojos.
Bea dio vueltas a la cuchara una y otra vez, mientras creaba dibujos con ella en la oscura superficie de la sopa. No tenía hambre, como era ya habitual en ella, y el aspecto de aquella comida, para colmo, no le convencía en absoluto. Pero no había desayunado nada y sabía que no podía pasarse el día sin comer. El Anguila la regañaría seguro si se enteraba de que no había comido… y con toda la razón del mundo.
Anguila se había convertido en su amigo en aquellos dos meses que llevaban en la casa. La protegía y le daba una libertad que jamás hubiera creído. La dejaba vagar por la casa y pasear por el jardín todo lo que quisiera… y ella aprovechaba cualquier oportunidad para distraerse y no pensar en su situación. Porque las cosas, a pesar del tiempo, seguían siendo complicadas. Álvaro ya no la evitaba de la forma irracional que hacía al principio…pero tampoco buscaba la cercanía que ella ansiaba… que ella soñaba con tener. Se había resignado a sentirlo cada día mas y mas lejos… sin posibilidad alguna de que llegara a perdonarla
- Si quieres, te pueden preparar otra cosa…- la voz de Álvaro le llegó como en una neblina. Ella salió de sus pensamientos casi de golpe, sobresaltándola
- ¿Perdona?- preguntó ella, mirándolo, bebiendo de aquellos ojos oscuros
- Que vas a marear la sopa…- le contestó él señalando el plato
Él volvía a llevar el pelo oscuro, mas largo de lo normal, y barba espesa cubriéndole la cara. Había cogido algo de peso desde la huída de la cárcel, y había dejado los chandals a un lado, y ahora se decantaba por tejanos y camisas, que le quedaban a la perfección. Bea pensaba que a pesar de todo, a Álvaro le costaba dejar sus raíces atrás…. y la ayuda de Gonzalo y su primo, tan igual a él, le ayudaban mucho.
Se había acostumbrado a verlos por la casa. Gonzalo, incluso, había hablado con ella en un par de ocasiones… sobretodo para averiguar si ella tenía pensamientos de denunciar a Álvaro. No lo pensaba hacer… pero Bea pensaba que las neuronas de Gonzalo seguían sin funcionar debidamente… ya que tampoco se lo hubiera dicho, si quería denunciarlo, precisamente a él…
Alejandro era harina de otro costal. La trataba con amabilidad y curiosidad. Pero jamás le preguntaba nada….jamás. Y Bea se lo agradecía interiormente… porque prefería mantenerse en el segundo plano, dónde todo el mundo parecía haberla relegado
- ¿No tienes hambre?- le preguntó Álvaro de nuevo, volviéndola a sacar de sus pensamientos
- No mucha…- ella suspiró y dejó la cuchara a un lado
- No has comido nada en todo el día…- le dijo él tras una pausa
Bea lo miró asombrada…¿cómo lo sabía? Ella había intentado que nadie supiera que no había probado bocado aquella mañana. No podía comer nada sin que le provocara naúseas
- He comido esta mañana…- mintió ella desviando la vista
No, no era cierto. Y él lo sabia. Lo sabía porque no podía evitar cuidarla, preocuparse, amarla… aunque fuese en la distancia. Hacía ya varias semanas que había dejado de engañarse a si mismo y había asimilado que la amaba mas allá de toda razón.. y que el odio que sentía por ella no era mas que fachada para castigarlos a ambos. Castigarla a ella por traicionarle.. por no amarle.. por estar con Nacho cuando el mismo Álvaro hubiera dado la vida por ella. Y castigarse a si mismo por haber confiado en ella… y por morirse de ganas de volver a confiar de nuevo… de volver a sentirla de nuevo.. de amarla de nuevo
- A mi tampoco me ha gustado..- dijo él acercándose un poco mas a ella, sin poder evitarlo- ¿ me acompañas a preparar algo a la cocina con mas consistencia?
Ella le miró y sonrió débilmente ante la invitación de él. Sus pasos acercándose eran lentos.. pero se repetían día a día… con miedo, con precaución… pero seguros. Bea no se atrevía a ilusionarse, no se atrevía a pedir mas, a esperar mas. Pero el corazón la traicionaba, saltándole en el pecho cada vez que Álvaro se acercaba a ella.
- Álvaro, cariño.. te he preparado algo de carne…¿vienes conmigo o te lo traigo aquí?
Alvaro se tensó. Dríade se acercó a él por detrás y con una sonrisa, buscó su boca y le besó. Bea creyó escuchar su propio grito de dolor que su corazón emitió en el mas absoluto de los silencios.
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